lunes, 18 de mayo de 2020

LA SIMA DE JINAMAR

LEYENDA URBANA

Cuando la rabia, el rencor y el odio, salen por la boca, se demuestra la falta de empatía personal de quien lanza esas soflamas. Palabras sin sentido en busca de la difamación directa o indirecta, con las tesis ideológicas nazis, creadas por Joseph Goebbels.

España vive aún una época de azules y rojos en la que los grises no tienen cabida. Buscar la anhelada objetividad en un período tan reciente (y estudiado) como la preguerra, la Guerra Civil y la posguerra, parece una tarea imposible. En primer lugar, porque estamos obsesionados con colgar carteles simplistas que definan (en una palabra) a los profesionales de la investigación.

No tomo partido ni de un bando ni de otro, solo quiero entender qué les pasó a todos durante el enfrentamiento. No me gusta hablar de muertos de uno y otro bando; para mi todos ellos fueron víctimas del momento histórico que atravesó el país entre 1936 y 1939.

No pretendo señalar y no busco cargar tintas contra unos y otros (los «hunos y hotros» de Unamuno). Es, sencillamente, una investigación que detalla la represión republicana y falangista que se desató en Gran Canaria desde el momento en el que los sublevados se alzaron contra la Segunda República en julio de 1936, con aquel password olvidado por muchos, que decía «El pasado día 15, a las 4 de la mañana, Elena dió a luz un hermoso niño».

Unos análisis concienzudos, todo sea dicho, pues me ha llevado más de 30 años de trabajo en los que he hecho más de 60 entrevistas a otras tantas manos ejecutoras. Podría parecer localista, pero pensar así es un error, se pueden extrapolar a toda la España rural. A toda esa y muy reconocida como la España profunda, la España negra o la España de los marujas. El guión de Sálvame, no es nuevo, es un descendiente directo del ADN español.

La violencia que se desató contra los primeros enemigos del gobierno (una buena parte, falangistas) hasta la labor, enterrada en las páginas de la historia, de los militantes más moderados que quisieron detener aquella locura. Hay que destruir mitos como, por ejemplo, aquel que afirma que el golpe militar fue una respuesta a una presunta movilización comunista. Eso es una «soberana estupidez» multitud de veces refutada. Hay que acabar con el mito de las dos España. Hubo muchas más. La mayoría estaba formada por una mayoría que se vio arrastrada a la violencia. 
Los republicanos y los falangistas más exaltados no eran “incontrolados y delincuentes comunes”. Era gente corriente. Vecinos que mataban a otros vecinos. Algo similar sucede con Gran Canaria. Al palpar un universo pequeño que no se ciñe a las grandes provincias te percatas de que encuentras respuestas que no hallas al estudiar las grandes ciudades. Telde es un escenario privilegiado al encontrarse cerca de la capital y supone un ejemplo claro de cómo fue la vida en los pueblos rurales afines a la Segunda República.

Pero no todo lo encontrado ha sido bueno. Me he topado con cosas tremendas que no sabría si contar. Prefiero explicarlas, para quien quiera entenderlas, porque parto de la base de que la sociedad grancanaria actual lleva cuarenta 42 años de democracia y se merece que intentemos mostrarle una realidad lo más cercana al pasado y lo menos ideologizada posible.

Mi interés sobre este tema en concreto, comenzó allá por los años 60, cuando con un Grupo Scout, descendimos los 70 y pocos metros de un tubo volcánico, situado en la zona de Jinamar. Las historias que se contaban eran estremecedoras y la sorpresa fue una confirmación de lo que creíamos que íbamos a encontrar y lo que en realidad encontramos.

Un tubo volcánico de 70 y pocos metros de profundidad, cuya forma hace imposible que un cuerpo humano fuera lanzado desde el exterior al pozo y que llegara al fondo. La existencia de una repisa de lava, lo hace imposible. 

Retome el tema cuando, allá por los 90, tuve la oportunidad de hablar con personajes que movieron los hilos de la represión “roja y azul”, en esta isla. Lo más extraño es que los encontré en reuniones diarias de amigos, pues lo fueron y lo son en esos momentos, en la terraza de un club privado de esta isla. Reuniones diarias entre las 10 de la mañana y las 15 horas, mientras se pisqueaban unos tacos de cherne rebozado, unos calamares a la romana, un buen Rioja y unas tropicales, acompañados de un cubilete de cuero y cinco dados. 

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